Desde el monte del Gozo se alcanza a contemplar una vista preciosa de Santiago de Compostela. Antiguamente se adivinaba a lo lejos un primer vislumbre de las ciudades vistas por los caminantes desde el campo mucho antes de llegar a ellas. Hay una belleza especial en ese acercamiento lento, progresivo, propio de quien se acerca a las cosas según el ritmo de sus pasos. Las estrellas han vuelto a brillar sobre el Campo de las Estrellas. Los peregrinos han vuelto a alzar asombrados su vista bajo las arcadas de la catedral.
La última etapa ha sido muy bonita. Hemos llegado muy contentos a Santiago. Y hemos participado en la misa del peregrino. Y hemos leído la última de las cartas. ¡Qué emocionante!
Mañana nos vemos familia. Papás, gracias por regalarnos esta experiencia.